Grupo Resurrección
Es una de las ramas de la Pastoral de la Salud que ayuda a las personas en estado de duelo. En las reuniones no hay psicólogos ni siquiatras, sino personas que han pasado por la experiencia de la pérdida de un ser querido.
Los primeros encuentros, cuando las personas llegan con todo su dolor, a decir verdad, son de mucho llorar, porque se habla del ser querido que ya no está, mientras que otros escuchan al que atraviesa por el mismo dolor. Los que llegan al grupo no se conocen, pero tienen algo en común: el dolor de la muerte. Así, una vez desahogados, se sienten comprendidos y no los únicos en el mundo que perdieron a alguien.
¿Cómo se habla de la muerte y de la desaparición física de un padre, una madre o un hijo, en los encuentros? Los seres humanos tenemos dos orejas y una boca, por lo que al principio preguntamos muy poco y dejamos que hablen y compartan su dolor con otros. En función de esto, vamos haciendo un cuadro de situación para saber cómo avanzar en la ayuda. Si el tema es un hijo muerto, por ejemplo, con todos los recuerdos de una cama vacía o del momento que salía o llegaba a la casa, hacemos ver que en el hogar también hay otros hijos. El que murió no debe acaparar todo. Los demás en su interior pueden pensar: “me tengo que morir para que me prestes atención”. No debemos olvidar que en el sufrimiento tendemos a cerrarnos, somos nosotros y nuestro sufrimiento, pero, ¿y los demás?
La muerte, no es ninguna novedad, genera muchos interrogantes, por eso la necesidad de brindar ayuda espiritual a los familiares o amigos en duelo. En nuestro caso, la ayuda consiste en hacer descubrir que en la Palabra de Dios se encuentra la clave para superar estos momentos de angustia y conmoción. El Grupo Resurrección, por lo tanto, ayuda a tener esperanza a partir de las palabras del Señor y también a encontrarla en la vida diaria, en los recuerdos de una silla vacía o la mesa que tiene un lugar libre.
Los tiempos del duelo son distintos en cada persona. El padre Mateo Bautista dice que si 9 meses se necesitan para nacer, también 9 meses debe durar el duelo, pero no siempre es así. Porque hay apegos que son muy grandes y muy profundos, donde siempre hay personas que estaban tan apegadas al difunto que no quieren “despegarse”. Y sólo lo harán cuando encuentren la esperanza en la Palabra de Dios, en el hacer por el otro, en el prójimo, cuando se toma conciencia que todo lo que se podía hacer y dar, al ser querido que ya no está, se puede hacer también por los demás.
Más información: 4299-0161 (Sra. Marta) / http://www.pastoralduelo.com